miércoles, 9 de febrero de 2011

Final trágico para la malvada más exitosa

Terminó “Malparida”, por El Trece Después de asesinar a siete personajes de la tira, pasar su embarazo en la cárcel y entregarle su beba a Lautaro (Gonzalo Heredia), la heroína-villana protagonizada por Juana Viale buscó la redención en su propia muerte. El productor, Adrián Suar, y distintos especialistas hablan sobre las razones del éxito de la ficción más vista de 2010, que hasta provocó un boom: el del nombre Renata.

La flor del adulterio, la reina del exceso, la virgen de la avaricia como canturrea con tono rasposo el español Carli Matari en el tema central de Malparida (El Trece), no sólo desafió al manual de la telenovela, sino que sentó precedente. Anoche finalizó el cuento y Renata (Juana Viale) no pudo comer perdices. Se suicidó y acabó con los códigos de la heroína tradicional. Y contra los pronósticos televisivos más escépticos, ganó el riesgo.
Si la colombiana Yo soy Betty, la fea rompió cánones (y entró al récord Guinness tras haber sido retransmitida por más de 100 países), Malparida redobló la apuesta: el límite no excedió la belleza de su protagonista, sino su ética y su moral. A manos de Renata, murieron siete personajes. Quince en total, a lo largo de 175 capítulos. Y el público la amó. Una mínima prueba: el nombre de esa aterradora princesa fue uno de los más elegidos para bautizar a las niñas (ver Renata...).
La ficción más vista de 2010 apostó al odio incesante y a la revancha desmedida de su “Julieta”. Y eso no espantó al televidente, sino que lo capturó. “Veinte o treinta años atrás esta heroína no hubiera tenido esta misma aceptación”, juzga sorprendida Selva Alemán, esa suerte de bruja a la que la ficción de Pol-ka bautizó Gracia. “Las cabezas se van abriendo y se va comprendiendo más la esencia del ser humano. Aunque otro condimento está dado por el acostumbramiento. Un acostumbramiento a la maldad en la vida real, a que alguien pueda ser asesinado todos los días”.
Anoche, los primeros minutos amagaban con un final feliz. Una casi inmaculada Renata le prometía a Dios enterrar su pasado. Exultante, como redimida, se disponía a vivir para Lautaro (Gonzalo Heredia) y para el hijo por venir, pero ante él la máscara cayó: la descubrió como asesina de su madre (Patricia Viggiano) y en la balanza el amor no fue más fuerte. Cara a cara, esperó que ella confesara y dejó actuar a la policía.
Tras su embarazado transcurrido en la cárcel, Renata reencontró a Lautaro el día del parto. La hija de ambos terminó al cuidado de él, porque ella tenía otros planes: el suicidio. Desde las alturas, casi como un Jesucristo sufriente, se arrojó al vacío. Curiosa forma de morir, casi como la de su primera víctima. ”El público fantaseaba con que pudieran terminar juntos y felices. No es que la hayan perdonado por sus crímenes, pero sí que la entendieron”, teoriza una de las autoras, Lily Ann Martin -junto a Pablo Junovich y Cecilia Guerty-.
“Hay una evolución interesante del personaje desde el lugar de asesina. Su primer crimen fue casi un accidente. Allí, cuando le suelta la mano a Nina (Viggiano) y ésta cae al vacío, Renata se descubre como homicida”, agrega Martin.
Escarbando más adentro, ya en la psicología de la criatura que sedujo a todos, la psicoanalista Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, habla de encantamiento. “Esta mujer encarna a la perfección el ideal de manipuladora. Mujeres lobas disfrazadas de ovejas. La víctima queda confundida y paralizada. En este caso, no sólo descoloca a su víctima de ficción, sino al espectador. El público queda atrapado sin llegar a creer del todo en la maldad”.
Estudiosa del cine, Cruppi traza una comparación: “En el filme La sombra de la duda , de Alfred Hitchcock, el actor (Joseph Cotten) seduce a mujeres y las mata para quedarse con su fortuna. El personaje es tan lindo y angelical que la atención no está puesta en el asesino serial. En este caso, Renata provoca lo mismo. Supo manejar lo preverbal, que es también un mensaje, desde la suavidad y la delicadeza”.
Después de la venganza hacia Lorenzo (Raúl Taibo), la superstición también fue tema central en la tira que dirigieron Jorge Nisco y Alejandro Ibañez. Gracia (Alemán) aterrorizaba con su culto a San La Muerte. Lejos de ese mundo, la actriz advierte que apenas se animó al juego. “No me permití investigar, porque no me interesó ahondar en el lugar del mal”.
“El misticismo era el sello de la tira y de Renata. La Virgen era su norte y, aunque suene contradictorio, era lo que la mantenía centrada”, explica Junovich, autor. “Renata tuvo sus delirios místicos y llegó a confundir a su madre con la propia Virgen. Ese condimento tan popular fue interesante”, advierte.
Debutante en un protagónico diario (antes había protagonizado episodios de Mujeres asesinas ), el aterrizaje de Viale en pantalla no fue tarea sencilla. Ella misma recordó en anteriores notas que su negativa ante Marcos Carnevale, director de contenidos de Pol-ka, fue contundente. “¿Tira? no me la presenten, no me interesa”. El arrepentimiento le valió un lugar de exposición histórico: el año pasado el producto llegó a marcar 25,7 puntos de rating (el 28 de junio).
El suicidio del personaje se había pensado, en principio, calcado al de la madre de Renata (murió colgada de una horca). Junovich explica que después de “varias posibilidades, se intentó darle a la historia un tinte de presente”.
¿Hubiera resultado impune un final sin muerte? Adrián Suar, Director de Programación de El Trece, opina que sí (ver Adrián...).
Y Junovich se suma a esa resolución que dejó disconformes a algunos fans: “Era imposible que ellos vivieran una vida normal. Ella se redimió teniendo una hija. Pero lo mejor fue que esa niña no se enterara de quién había sido realmente Renata y así no siguiera sus pasos”.
En el último capítulo, la ficción y la realidad se cruzaron: Viale jugó a estar embarazada (y lo está en la vida real), al igual que Brenda Gandini (quien espera un hijo del propio Heredia) y en una escena mostró al galán a su rozagante hijo ficticio.
De la modosita protagonista de Simplemente María , de la pajuerana Estrellita mía , y de tantas más, parece no haber quedado ya nada. Esta nueva “Julieta” se plantó con la seguridad de una Mata Hari y el público la compró. Desde ahora, entonces, habrá que pensar en un AM/DM. (Antes y después de Malparida ).

Algunos datos curiosos

260.700 descargas digitales vendió Malparida , entre los temas de Carlos Matari (que musicalizó la apertura) y los de Thian, que le puso voz a las escenas románticas.
21.000 fans tiene la página oficial de Facebook de la tira.
46 actores formaron parte, entre los estables y los que hicieron participaciones especiales.
La productora ejecutiva de la tira, Paula Granica, actuó en el último capítulo, en el rol de la partera de Renata. Se trata de un guiño: fue también partera del personaje de Julieta Díaz en Valientes .
Monte Pío, el barrio de Renata en la ficción, no existe en la Argentina, pero sí en Venezuela.


¿El mejor final?

Lástima. Entre los seguidores de la tira muchos querían ver a la protagonista muerta. Otros, en cambio, hubieran obtenido mayor satisfacción sabiéndola en la cárcel o en el manicomio. Y no como camino de rehabilitación, sino lisa y llanamente como castigo. Una pena prolongada, un infierno cotidiano ante el cual la muerte hasta puede ser vista como dulce vía de escape. Y, a decir verdad, esta última posición no habla sólo de las pasiones despertadas por la “malparida”, sino, básicamente, del concepto que nuestra sociedad tiene sobre cárceles y manicomios. Lástima.

Renata, entre los nombres más usados

Pasó con Osvaldo Laport y su indio Catriel, en Más allá del horizonte (1994). Pasó con Catherine Fulop y su bella Abigail (1989). O con Andrea del Boca y aquel culebrón llamado Antonella , boom de 1992. Como con cada telenovela de moda, madres y padres eligieron el nombre de la heroína en cuestión. Con Malparida no hubo excepción: Renata –significa renacida- fue uno de los nombres más usados en 2010 en la provincia de Buenos Aires, según registra la Jefatura de Gobierno bonaerense. Lo paradójico es que no importó que se tratara de un personaje despiadado.
Según este organismo, después de Jazmín, Renata ocupó el segundo puesto del ránking.


Adrián Suar habla de “Malparida”

“Cuando el público compra, compra con todo. Y a ella la compró con todos esos asesinatos en su espalda. Pero no hubiera sido posible otro final para Renata. Un final feliz hablaría de impunidad y eso es lo que no quisimos. La sociedad argentina pide a gritos el Basta de impunidad .
Sería pretencioso decir que esta telenovela hizo historia, pero para la Argentina, en el horario central y con una protagonista de estas características, se trató de una innovación. Yo estaba seguro, de movida, de que el público iba a adherir a esa conjunción de crueldad e historia de amor. Ese era terreno fértil. La literatura universal nos muestra todo el tiempo personajes de esta estirpe a los que terminamos amando.
¿Una segunda parte de la historia? No ahora. Pero en algún momento, de algún modo trataré de ingeniármelas. No sería descabellada una segunda parte del cuento. Gracias de corazón a la gente.”